Duele. Más de lo que imagináis, si es que imagináis algo, claro. Pero yo lo imagino, lo creo, lo pienso, lo sé, porque lo he vivido y lo vivo. Duele mucho que las personas que te van a empujar en tu camino, estén lejos. Pero a la vez, satisface. Es un dolor satisfactorio ¿sabes? Porque sabes que no estás sola, porque en el fondo, siempre habrá alguien. Sólo se trata de tiempo, sí, tiempo. El tiempo es ese señor que dicen que lo pone todo y a todos en su lugar, y así es, aunque a día de hoy, le da a todos su merecido excepto a mi o.. tal vez me lo está dando y no me doy cuenta, quizá sea esto lo que yo me merezco. No sé qué es, y si no es bueno, sinceramente no quiero saberlo. Eso sí, hay algo que sí quiero saber, y es tener al menos a una persona que me haga sonreír cuando más lo necesito, yo creo que no pido tanto. Y cuando digo tener, no me refiero simplemente a encontrarla, sino a tenerla a tu lado, porque no te conformas con saber que existe. Necesitas tenerle cerca, sentirle, sentir su calor, su aliento, su tacto, su mirada… Y cuando sabes que no está o que pronto no estará, haces lo posible por escaparte con ella e insistes en lo imposible por conseguirlo. Porque sientes que no es necesario pararse a pensarlo dos veces, la seguridad en ti es completa y sabes que merece la pena arriesgar por ello, arriesgarlo todo, jugártelo todo al 2 de corazones, porque sabes que como esa persona, nadie. 
 
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