¿Sabes? Llegan momentos en los que dices y sobre todo sientes que ya no puedes más. No, ya no puedes seguir soportando ese vacío, ese hueco que hay dentro de ti y te está pidiendo a gritos que lo llenes, esa ansia de compartir con alguien todo, completamente todo. Despertarte por las mañanas y no tener en quién pensar ni por quién sonreir. Acostarte y no tener con quien pensar para impedir el sueño y volar en la imaginación dulce.
Nada, ni nadie. Y te cansas, te llenas de rabia, coraje, impotencia de no poder conseguirlo ni tenerlo y lo peor es que lo deseas con todas tus fuerzas y más. Y te invaden miles y miles de preguntas, y cómo no, sin respuestas... ¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Cómo lo soluciono? ¿Dónde? ¿Cuándo? Nada, no hay nada, ni nadie.
¿Y qué haces? Hundirte en tu propio llanto, seguir adelante y sola ante la vida, y seguir sintiéndote solitaria entre la multitud, porque si no arriesgas, no ganas.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario